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PENSAMIENTOS QUE SALEN DE MÍ, A TRAVÉS DE MIS DEDOS...

Intentando dar un respiro a mi mente... Desde aquí quiero compartir mis relatos con vosotros. Las ilustraciones, casi todas son descargas de Internet. Si alguien las siente suyas que me lo haga saber y las retiraré. Los textos están bajo licencia SafeCreative, si alguien quiere copiarlos que me lo haga saber y gustosamente se los cederé.


18 de octubre de 2011

Líon.


-18 de Agosto de 1845-

_A Líon, afortunadamente le había ido bien, encontró un trabajo en el que se supo desenvolver, no cómo a muchos otros, que marcharon con él. Una vida llena de ilusiones que se veían frustradas, al llegar a aquel lugar, engañados con falsas promesas.
Pero Líon era diferente, astuto cómo un zorro y con los pies en el suelo. No era un tipo conformista. En el momento que bajó del tren con sus compañeros, se dio cuenta de qué allí había algo extraño. Pero bueno, eso es otra historia.
_Líon, después de todos aquellos años de trabajo en el sur, decidió que ya era hora de volver a su tierra natal en el norte.

_Después de varios días viajando, se encontró delante del tren que años atrás lo vio bajar. Por un instante, recordó a todos sus compañeros junto a él, bajando del tren llenos de esperanza.
_Líon volvió a la realidad, al sentir la estridente sirena, que anunciaba la salida del tren. Al subir se percató que los viajeros lo miraban de manera extraña (algo normal, ya que tantos años en el sur, habían echo que su piel adquiriera una tonalidad de color canela), no le dio importancia, acostumbrado a las idas y venidas de gente que no conocía. Buscó su asiento y acomodándose en él, extrajo un libro de su macuto. Una cosa que había aprendido en el sur era que, tenías que tener cultura si no querías quedar arrinconado, y él lo tenía muy claro. Y que mejor manera que leyendo libros.
No tenía importancia el libro que leyeras, lo importante era que lo comprendieras. Así que, Líon, los adquiría a pares en el mercadillo dominical de cada semana.

_Ya no se acordaba, habían pasado muchos años, pero el vaivén del tren no había cambiado, se le antojó que hacía demasiado calor en el vagón, al notarse cómo una gota de sudor circulaba espalda abajo.
Era el momento de hacerle una visita al vagón-cafetería, empezó a caminar, haciéndose a un lado cada vez que se cruzaba con alguien. Mientras se cruzaba con la gente pensó que estaba muy sólo, ya que de aquel tren, que lo devolvía a sus orígenes no conocía a nadie.
_ ¡Será diferente cuando llegue al pueblo, allí tengo amigos! Pensó, y una media sonrisa se le dibujó en la cara.
_De pronto un olor a café recién hecho, le anunciaba que la cafetería estaba cerca. Al abrir la puerta, de la que, colgaba un cartel, anunciando lo que ya sabía. Se vio inmerso en un bullicio de gente apretujada, delante de tazas de café humeante y bandejas con bollería diversa.
Miró a un lado y a otro, intentando encontrar un hueco en el cual acomodarse.
_ ¡Ah sí, allí hay uno! Se dijo.
Haciéndose paso entre la multitud que allí se englobaba, por fin se pudo sentar en la barra.
_ ¡Camarero por favor, sírvame un café! Gritó enérgicamente.
Mientras esperaba el café, un hombre que le daba la espalda conversaba.
_ Esa voz... Pensó Líon.
_ ¡Miquel! Le gritó reconociéndolo.
El hombre al sentir su nombre, se giró sonriente, esperando que quien le llamaba fuese alguien conocido.
Al ver a Líon, su cara se transformó, cómo su hubiera visto al mismísimo diablo.
_ ¿Miquel, no te acuerdas de mí? ¡Soy Líon! Le dijo con exaltación.
_Claro que me acuerdo de ti… No se olvida a alguien así, tan… fácilmente. Diciendo esto, el hombre sudoroso por la sorpresa, le dio la espalda, no queriendo saber nada más de él.
_Estaba que no salía de su asombro ¿Qué era aquello, que le había echo a aquel hombre, y que no quería saber nada de él?
_No quiso darle más importancia de la que tenía, y se tomó el café humeante a pequeños sorbos. Muchas veces se preguntaba, que le repararía el futuro, las cosas le habían ido bien, si, pero…había alguna cosa que se le escapaba. Era aquella extraña sensación…como si cada vez que pensara, le crujieran los huesos, y aquel mal regusto se escapara de su garganta. A veces, muy pocas veces, la ira se había adueñado de su cuerpo, y sus únicos recuerdos eran despertarse en lugares diferentes de la ciudad. Le pasaba con frecuencia los primeros años de su estancia en la misma, ahora había casi olvidado aquella sensación, hasta que…traspasó el umbral del tren.
_Un grupo reducido de personas chismorreaban, mientras miraban en su dirección. Aquella sensación parecía que después de tanto tiempo empezaba a despertar, Lion intentó refrenarla en vano, sabía que una vez se adueñaba de él era imposible doblegarse. Optó por abandonar el vagón y refugiarse en el aseo.

_Mientras, en el otro vagón, el grupo de personas seguía murmurando, ¿porqué después de tanto tiempo? y la manera en la que tuvo que salir del pueblo, volvía.
_Hubo una serie de desapariciones y de intrigantes acontecimientos, que apuntaban a que Líon había tenido alguna cosa que ver. Nunca se pudo demostrar que verdaderamente estuviera implicado, pero el asedio y las extrañas lagunas que tenía en su memoria, le hicieron partir hacia el sur  mezclado entre los jóvenes que buscaban una vida mejor.

-3 de Mayo de 1830-

Nunca supo el por qué, de aquel placer. Ellas le ofrecían su cuello, dulce, perfumado y tan exquisito… ¡Oh, dichoso placer! Quedaba exhausto y embriagado por tan exuberantes efluvios. Aquel néctar escarlata y fogoso, que hacía que todo su cuerpo se estremeciera. Empezó a sentir cada vez más sed, de aquel exquisito fluido encarnado que le proporcionaban las mozas del lugar. Y su fama de mujeriego empezó a recorrer la comarca.
Algo le dijo que se tenía que alejar de aquel lugar, demasiadas doncellas desaparecidas en tan poco tiempo. Además el murmullo de las gentes vociferando su nombre no parecía demasiado cordial.

-19 de Agosto de 1845-

_El tren procedente de la capital encara la estación, la expectación es abrumante. Los lugareños esperan con ansiedad y miedo, armados con horcas y palos. Se ha corrido la voz de que llega su mas cordial vecino…Líon.
_Juraron que si lo volvían a encontrar, acabaría degollado y su cuerpo arrojado a lo más profundo del pantano.





30 de agosto de 2011

Memorias De África.




Me podía haber imaginado muchas cosas, pero la verdad…ni tan siquiera en el más perfecto de mis sueños, o ¿tendría que decir realidad? Es bastante complicado intentar distinguir lo que es realidad o no. Sé que no lo soñé, pero tampoco me atrevo a decir que realmente pasó.
 Cómo siempre bajé a la taberna a tomarme un Tom Collins. Yo solía recorrer el local como de costumbre. Si, lo sé, una costumbre tonta, quien me viera por primera vez, pensaría que era el vigilante del local. Me senté en aquel taburete tan particular, que hacía que me colgaran los pies, y me dispuse a pasar una noche más, sin ningún acontecimiento especial.
Desde el primer momento me fijé en ella. Joven, divertida, y encantadora. La verdad, no sé cual fue el paso inicial para entablar una conversación. Reímos durante toda la noche, las anécdotas se sucedían una tras otra, a cual más divertida e interesante. Nuestras miradas se cruzaron. Alguna cosa nos decía en aquellas furtivas miradas, que el destino o tal vez la casualidad, concebía que nos uniera la magia.
Magia que… tal vez no existía, o que tal vez era tan poderosa, que se encaprichaba con nuestra pequeña osadía.
En un momento de tan fugaz energía, miradas cruzadas en rebeldía, instante apocalíptico, energía explosiva…conociéndonos sin saber quienes éramos, a la vez que  intimábamos.
En aquella lujosa habitación de matices de la sabana africana, del hotel Mi Norte. Todo parecía diferente…Olores delicados se mezclaban con su piel, tersa y suave. Tal vez fuesen aquellos perfumes africanos, tal vez  fuese el deseo que poco a poco se iba desbocando entre ellos. Primero, unos suaves encuentros, pequeños besos robados, que poco a poco, se fueron convirtiendo en descontroladas fusiones entre cuerpos. Sudorosas idas y venidas. Aullidos, gruñidos y mugidos, haciéndose enloquecer de fervor.
Horas más tarde, cuando él despertó, yacía en una cama fastuosa, y vacía. Gusta de imaginar que fue la magia quien los unió en tan fugaz cruzada.
Sin saber donde le lleva el destino, cada tarde bebe un Tom Collins.

4 de agosto de 2011

Viejo Niño.






Cuentos de hadas, películas fantásticas, libros de fantasía. Era todo lo que  ocupaban las estanterías de la librería de Joan. En ningún momento nadie le había insinuado que, todos aquellos libros y todas aquellas historias se quedaban en eso. Historias.
Joan seguía con sus interminables leyendas fantásticas. Muchas veces, las revivía como si fueran una realidad, aunque…en su mente si lo eran.
Pasaron los años, y las seguía evocando, sus amigos al igual  que él habían crecido, pero el lado imaginativo acaecía de sus mentes, para dar paso a algo…como  decirlo, más realista y competitivo.
Por alguna razón la mente de Joan seguía en su gran mundo fantástico e ilusionado. No estaba loco ni nada por el estilo. Seguía en su mundo, mientras los llamados amigos se burlaban de él.
En sus últimos años de vida, pensó que toda aquella magia e ilusión, la tenía que compartir. Así que, hasta que le quedó el último aliento, se dedicó a escribir sus vivencias en aquel singular mudo de aventuras.
_Recuerdo el día de su despedida, muchos niños le lloraron. Y ya en su entierro, me pareció distinguir alguna especie de nebulosa sobre su tumba. Aquel día volvió a su mundo.
Pero como él recordaba siempre en las últimas páginas de sus libros:
Nunca le cierres las puertas a la mente, ya que ella te recuerda que sigues siendo el niño que se ilusiona.

2 de junio de 2011

Historias de chorizo con margarina.


                                                                        MIGUELÍN
                                                                           

La pobre niña se empezó a poner azul, luego pasó a morada no sin antes ponerse roja. La madre le chillaba incesantemente, que dejara de hacer el tonto y que abriera la boca. Isabelita se había propuesto aguantar más que su amigo Miguelín.
Se contaba entre los coros del colegio que el susodicho Miguelín, era capaz de aguantar hasta que se le ponían los ojos en blanco.
Al final no fue la madre de Isabelita quien la convenciera de que dejara de hacer el temerario juego, sino el profesor de guardia del recreo, Don Jaime. En una de sus extravagantes actuaciones Miguelín se desmayó, al ver los niños que no volvía en si llamaron a Don Jaime. Este se lo encontró desmayado ya en el suelo. El grandísimo tortazo que le propinó hizo que Miguelín reaccionara. Desde aquel día ya no fue el mismo. Por las esquinas del colegio, se preguntan si fue de los minutos sin aire o del imponente guantazo.

25 de abril de 2011

Desconsuelo.

                                                                                             Fotografía : Mikko-Lagerstedt.


Quisiera saber cual es mi noche, descubro asombrado que las noches ciegas no me pertenecen. Intento sin éxito encontrar un asomo de la realidad. Busco entre las nuevas penumbras, alguna que me lleve ante la esencia de la savia. Quieto e implorando a los legítimos dioses que iluminen mi gran tosquedad, descubro que los grandes señores de las tinieblas, ya no se interesan por lo que en otro tiempo disputaban. Mi gran aura gris poco a poco se va despejando, y sin saber porqué se retuerce intentando no descolorirse.
¡Blanca! ¡Por todos los dioses de la noche! _Gritó el pequeño aprendiz del mal.
Su aura se había convertido. El pobre demonio no sabía como llegar hasta la mismísima malignidad. Lo había probado todo. Al principio los malignos tenían esperanzas en él, pero poco a poco se vieron afligidos, al comprobar que todas las acciones que realizaba se volvían en contra de él, y se transformaba en algo benévolo.
Quizás el día de su engendramiento, no se escogió del todo bien a la fémina.

Alguien le tendría que haber dicho al execrable demonio encargado de la siembra, que la fémina en sí, no era aquel ser depravado que todo el mundo decía.
Sí, era depravada, pero por el grado de degeneración que había llegado ha alcanzar la humanidad.
 Una entre un millón.
 Una semilla que poco a poco se irá extendiendo, gracias al pequeño aprendiz del mal.

3 de febrero de 2011

Solitud.

  


Raro es y raro será. Los últimos días de su inexplorada vida, fueron como si de un huracán se tratase.

Nadie supo realmente lo que le pasaba, ni el mismo lo sabía, se sorprendía de su nerviosismo. Él que le agradaba de hacer las cosas cotidianas paso a paso y con sumo cuidado.
Aquel día se levantó acelerado, y con más entusiasmo de lo habitual, estaba eufórico, nervioso. Se saltó el café matutino, ya que le parecía tener suficiente dosis de exaltación.Se vistió con todo el rigor que le parecía que la situación se merecía.
Sabía que en cuanto viera a sus familiares y amigos, tendría que soportar el cinismo de las lagrimas de cristal, que pretendían que se quebrantasen con el hipócrita llanto ahogado.
Nada. Sólo la formalidad de su paso por la vida, y podría realmente dedicarse a lo que él anhelaba....Volar...

25 de enero de 2011

Fábula.


Quisiera explicar historias. Historias que fueran escuchadas por todo el mundo, y que poco a poco, les viera cambiar el talante según la fábula.
 Es difícil hoy en día ver cambiar el rostro de emoción a cualquier persona. Creamos o no, nos hemos ido forjando poco a poco, ese escudo que nos protege de todo y de todos.
Casi nadie hoy en día se emociona con una historia que…sea inventada. Mirando de refilón al pobre loco que la explica y pensando con esa risita sarcástica, “Pobre tonto, no llegará a buen fin”. Y yo grito a los cuatro vientos: ¡Y qué!  Si realmente es lo que me gusta explicar, Fantasía e ilusorio.
Y que me llamen, pobre bobo…me encantaría.