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PENSAMIENTOS QUE SALEN DE MÍ, A TRAVÉS DE MIS DEDOS...

Intentando dar un respiro a mi mente... Desde aquí quiero compartir mis relatos con vosotros. Las ilustraciones, casi todas son descargas de Internet. Si alguien las siente suyas que me lo haga saber y las retiraré. Los textos están bajo licencia SafeCreative, si alguien quiere copiarlos que me lo haga saber y gustosamente se los cederé.


16 de octubre de 2008

EL PESCADOR

Aquel día se despertó más temprano de lo habitual, miró a su lado, y ella, dormía placidamente. La vio cómo la veía cada día, hermosa. Intentando hacer el menor ruido posible, se incorporó de la cama. Se preparó un café. El primero de la mañana siempre era el más sabroso.
Recogió todos los enseres de pesca, y puso rumbo hacia el puerto. Las calles solitarias, solamente irrumpidas por los enérgicos barrenderos, que intentaban dejarlas lo más limpias posible, para el día que se aproximaba. Todavía sin los primeros rayos del día, refrescaba, se abrochó la chaqueta. No quería coger un resfriado.
Al llegar al puerto, se alegró de haberse levantado temprano, los mejores puestos aún estaban solitarios.
Empezó a desplegar su caña, le tenía un cariño especial, era un regalo de su mujer, y la trataba con aprecio, era algo especial para él.
El mar estaba en calma, eso le produjo una mueca de desagrado. Sabía que con esa calma, pocos peces intentarían morder el anzuelo. Cayó en la cuenta, que estaba demasiado calmado, extrañamente calmado. Miró el reloj, y pensó que no era habitual que todavía estuviera sólo. La hora que era, ya tenía que haber entre dos o tres pescadores disputándose el mejor puesto, para tirar el sedal.
No le quiso dar la importancia que tenía aquella extrañeza. Así que, con un gesto brusco arrojó el sedal. Yendo a caer en el único punto que sabía que se quedaría sin anzuelo.
Maldijo su puntería, y comenzó a recoger el hilo, y pasando lo más evidente que tenía que pasar. El anzuelo quedó trabado en una roca. Conformándose, ya que lo lógico era aquello, empezó a estirar el hilo para romperlo.
Pero en ese instante, ¡algo lo sorprendió! Una estirada tensó el sedal. ¿Podía ser que hubieran picado? Pensó.
Esperó un instante y... nada. Volvió a recoger hilo y...!un nuevo tirón, esta vez más fuerte! Agarró la caña con las dos manos, (ya que no quería perder tan preciada caña) volvió a tirar de ella, esta vez el tirón fue persistente, era tal la fuerza que aquello ejercía, que en aquel momento, blasfemó contra los fabricantes del hilo de nylon.
Con una mano aguantaba como podía la caña, y con la otra intentaba agarrar un cuchillo que tenía en su bolsa, desesperadamente. A todo ello, sintió cómo se le estiraban los músculos de los brazos, el dolor era insoportable, se le dormían, ¡No podía más! Por un instante el cuerpo le produjo un acto reflejo, intentando soltar la caña para aliviarle de aquella tortura.
Empezó a pensar en todo el cariño que su mujer había puesto en aquel regalo eso lo hizo reaccionar. En el mismo momento que agarró el cuchillo, sin darse cuenta de lo que pasaba, se encontró en el agua.

Aquello, fuera lo que fuera, lo arrastraba hacia el fondo. En un momento de desesperación y haciendo esfuerzos pudo cortar el hilo.
Estaba a punto de desfallecer, cuando unos ojos tenebrosos y llenos de maldad se le aproximaba, más abajo y en la más inmersa oscuridad otros ojos lo acechaban.

En ese preciso momento, notó que alguien lo agarraba y lo estiraba hacia la superficie. Eran los pescadores habituales que llegaban a tiempo.
Bien es sabido, que seres extraños habitan las profundidades marinas... ¡Ahora que me acuerdo! ¿Qué día me dijiste que ibas a pescar?


HYDRO.

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