Nadie supo realmente lo que le pasaba, ni el mismo lo sabía, se sorprendía de su nerviosismo. Él que le agradaba de hacer las cosas cotidianas paso a paso y con sumo cuidado.
Aquel día se levantó acelerado, y con más entusiasmo de lo habitual, estaba eufórico, nervioso. Se saltó el café matutino, ya que le parecía tener suficiente dosis de exaltación.Se vistió con todo el rigor que le parecía que la situación se merecía.
Sabía que en cuanto viera a sus familiares y amigos, tendría que soportar el cinismo de las lagrimas de cristal, que pretendían que se quebrantasen con el hipócrita llanto ahogado.
Nada. Sólo la formalidad de su paso por la vida, y podría realmente dedicarse a lo que él anhelaba....Volar...