Read it in your language

Read it in your language Casas Rurales


PENSAMIENTOS QUE SALEN DE MÍ, A TRAVÉS DE MIS DEDOS...

Intentando dar un respiro a mi mente... Desde aquí quiero compartir mis relatos con vosotros. Las ilustraciones, casi todas son descargas de Internet. Si alguien las siente suyas que me lo haga saber y las retiraré. Los textos están bajo licencia SafeCreative, si alguien quiere copiarlos que me lo haga saber y gustosamente se los cederé.


29 de octubre de 2009

SUPERVIVENCIA.




Sin tiempo para descubrir, tuve que crecer, las cosas no fueron cómo yo creía que serían, pobre de mí, pensar que yo sería cómo todos.
Aquel día no sabía que mi vida cogería otro rumbo, es extraño…
Solamente un instante, un chasquido de dedos y ya está. Has cambiado. ¿Cómo? Explícamelo tú, yo no sé la respuesta, y si la supe, pasó desapercibida. Miro a mí alrededor, y veo la vida que llevan los demás. ¿Tan difícil es? ¿Cómo no supe darme cuenta, en el instante preciso? ¿Qué  me pasó por alto?
No es lo que yo imaginaba, pero… ya que me toca vivir esta realidad, la intentaré vivir con dignidad.

16 de octubre de 2009

FELIZ






Mediática y pequeña, todo un mundo por descubrir. ¿Qué estarás pensando en tu mundo? Acaso piensas, que no quieres nada más, que eres feliz así; sin horarios, sin agobios.
Simplemente te dejas llevar, hoy aquí, mañana allí. De vez en cuando encuentras compañía, tus instintos te llevan más allá. Hola y adiós. Mañana será otro día,  sin horarios sin agobios; hoy aquí, mañana allíMarienkäfer.

15 de octubre de 2009

TRASPASO.



Ante la espeluznante mirada del ser que me atormentaba, estabas tú. Allí, sin mover ni un flexible músculo de tu cuerpo, regocijándote ante lo dramático de la escena.
Tú, que me habías jurado amor eterno. Hoy te clama la venganza. ¿Hasta qué punto me llegas a odiar? Por aquel insignificante error que cometí. Somos humanos, aún no existe la perfección entre nuestras cualidades.
Te miro buscando un simple gesto de clemencia, pero sigues ahí, inmutable; sin comprender aún, que tú también te equivocas.
Es tarde. Tengo frío. El sueño se apodera de mí, soñaré que eres perfecto. Esa oscuridad... me abriga confortablemente. Soñaré que somos perfectos...

7 de octubre de 2009

AL ACECHO.



Búscame cerca, muy cerca, pero no me sigas o serás tú el próximo que caiga...

Siempre te estaré vigilando, aunque creas que te has librado de mí, guárdate de las calles solitarias y oscuras...

Más aún... estate tranquilo, no eres mi victima, tienes algo que quiero.

5 de octubre de 2009

SATISFACCIÓN

No suelo poner cosas de mi vida cotidiana, pero la ocasión se lo merece, para orgullo del autor. Así que ahí va eso.



Con la colaboración claro está de mi buen amigo J.Mª S. ya que sin él, esto no habría sido posible.

                                                                  (Talla-hams)

Por cierto...al horno estaba buenísimo.(Gracias a mi suegra)

Los años Mágicos(IV)


Es extraño cómo recuerdo aquellos días, con nostalgia. Pero aún hoy, tengo la extraña sensación de que alguien vigila.


Alice volvió a casa, sin saber el tiempo que había permanecido en aquella mansión. Era la primera vez que veía a Calamidad por delante de ella. Al abrir la puerta, encontró a las hermanas esperando una respuesta, por la ausencia a la hora del almuerzo. Era media tarde. Marta al ver la cara que traía Alice, le preguntó alarmada:
¿No me digas que has estado en la casa?
Alice rompió a llorar, no pudiéndose contener la confusión que la inundaba. Intentado exculparse, por lo inusual de la hora, les explicó que había ido al pueblo; entreteniéndose sin reparar en la hora.
Pasó el resto de la jornada, preguntándose cómo demonios había llegado a aquella habitación. No lo había soñado, claro testimonio era el gran chichón que predominaba en su cabeza.
Pasaron los días, y no volvió a ver a nadie en las cercanías de la mansión. Pensó, que Marta tenía razón, y que sólo fue un vagabundo buscando cobijo. Por aquel entonces, Alice, se había echo amiga del menudo de los Willians. Ben. Todo lo que tenía de pequeño lo tenía de tremendo. Pero habían echo buenas migas.
Una tarde, que estaban aburridos tirando piedras al lago, Ben propuso de entrar en la mansión. Alice, toda orgullosa, insistió que ella ya había estado en el interior. A lo que el pequeño rapaz contestó, que así seguro que  no le importaría en hacer una nueva visita a la casa. Alice envalentonándose,  contestó que cuando quisiera.
¡Pues vamos ahora! Gritó el pequeño rapaz.
Al llegar a la entrada principal, las piernas les temblaban. El pequeño se agarró a la camiseta de Alice, en una acción para sentirse protegido. La puerta no parecía cerrada. Alice la empujó, poco a poco sin saber que se encontraría en el interior. Aquel chirrido que producía convenció a los pequeños de, que si alguien habitaba la casa, ya habría sido avisado.
Sintió aquel olor, que había reconocido de la última vez. Extrañamente placentero, que te inundaba los sentidos, haciéndote sentir bien: esto aún desconcertaba más a los pequeños. Lo más normal sería que aquella casa, apestara a polvo y moho.
La puerta precedía un salón. En el centro de la estancia, una majestuosa escalera lo dominaba.
Ben, sin soltarse de Alice, tragó saliva al contemplar la grandeza del lugar. Aquella casa contrariamente a parecer deshabitada, estaba limpia cómo si un batalló de sirvientes hubiera pasando arrasando todo signo de suciedad. Los muchachos achinaron los ojos, por el resplandor de la limpieza. Empezaron a subir las escaleras sigilosamente en espera de oír el más mínimo sonido. Ya en el piso superior, a Alice le pareció oír un hilo de música, procedente de la habitación que presidía aquel largo pasillo.
Ben, enganchado a Alice, cómo si de una prolongación de su brazo se tratase. Comenzó a sudar. Mientras se quitaba aquellas gotitas  frías de la frente, no le quitaba ojo a los cuadros que colgaban; retratos de personajes de otra época, que te seguían con la mirada. Conforme iban avanzando, escoltados por aquellos personajes, la música se hacía más nítida.

Aquella puerta, cada vez más grande, mientras yo parecía que empequeñecía a cada paso. Ben no me soltaba, podía sentir aquel sudor frío, mientras me empapaba la camiseta.
Y aquella música…cada vez se oía más fuerte.

Continuará…





Safe Creative #0911234955052