Era un día caluroso, estaba deseando volver a casa, pero antes, intentaría encontrar aquella preciada hada de porcelana. A la cual le iba siguiendo el rastro desde hacia varios años. Cada vez que me enteraba de algún mercadillo, donde la habían visto, lo dejaba todo y me ponía sobre su pista, pero claro siempre llegaba tarde, o había sido fruto del engaño del patán que se ganó los 50€ que daba por la información.
Pero esta vez, intuía que los 50€ , habían valido la pena. La dirección a la que me encaminaba, era nada menos al corazón del barrio más polémico de toda la ciudad. Había oído decir que el barrio, era un entresijo de callejuelas, y en las cuales los rayos del sol, no habían penetrado nunca. Estaban en lo cierto, y sin darme cuenta, estaba en medio de una de aquellas callejuelas. Era el momento de tomar una decisión, darme la vuelta y olvidarme de todos aquellos años, buscando mi preciada y valiosa hada, o seguir adelante y adentrarme en aquel tétrico lugar. ¡La decisión que tomé valió la pena! La pestilencia que desprendían aquellas calles, estrechas y húmedas aún está en mi recuerdo.
Entonces introduje mi mano en uno de los bolsillos de mi gabardina, buscando el papelito, de la dirección a la cual me dirigía. Le di un vistazo y me dispuse a encontrar el local que resaltaba en aquel papel: “ Tasca Buenos Aires “, _¡vaya lugar! Pensé. Estuve deambulando por aquellas calles, hasta que di con el local. Al final de aquel callejón se distinguía, un neón medio apagado; “ Buenos Aires”, era el lugar, me dirigí hacia él, y una portezuela con escalón incluido daba acceso al local, tome aire y me dispuse a entrar. Mis pupilas se encogieron intentando vislumbrar algo en aquella habitación; una vez adaptados a la falta de luz, conseguí distinguir el local. Había varias personas, entre ellas el dueño del local, en un rincón del cuartucho sonaba un viejo tocadiscos, en el cual se escuchaba un melódico tango. Las mesas repartidas por toda la habitación, y sobre ellas, unas velitas de un color anaranjado, que apenas daban luz. El dueño, que no me había quitado ojo, me dijo:
_ Pasa, te está esperando, y me hizo un gesto con la cabeza, indicándome la dirección de un reservado. Me dirigí hacia él, y me dispuse a entrar. Ya dentro, solo se veía en el centro, una mesa, con dos sillas alrededor, y en una de ellas, había alguien sentado, pero no lograba distinguir quien era. _ ¡Ven, siéntate! Era una voz femenina, asistí con la cabeza, y me senté. Entonces con voz temblorosa le dije:
_!Creo que tienes algo que me interesa! Ella sin mediar palabra, sacó una caja de color negro azabache, mi emoción era incontrolable. Abrió la caja y sacó un tapete aterciopelado de un color morado. Y, sobre él, depositó aquello que tanto ansiaba. Allí estaba, era la cosa más bella que había visto nunca. La estuve observando un buen rato, y caí en la cuenta de que no tenía donde apoyarse. Estaba cómo sentada de lado, y en sus manos apretaba una especie de cuerno tallado en espiral. Y entonces le dije a la misteriosa dama:
_!Está incompleta! Le falta el pie que la sostiene, y con voz tranquila me dijo: De momento sí. Pero me dio igual, _¡Cuánto pides por ella! No quiero dinero. Me dijo, ¿No? ¿Qué quieres entonces?
Se hizo un silencio, y me respondió:
_El unicornio._ ¿Qué unicornio? Y en ese momento caí en la cuenta, que yo tenía uno, que lo había adquirido por la singularidad de que no tenía cuerno._ Está bien, pero está incompleto. Y ella me respondió: _De momento.
Se lo mostré y me lo arrebató de las manos, para ensamblarlo con la hada. ¡Las dos estatuillas resultaron ser una! Y era perfecta. ¡Una hada sobre un unicornio!
_ No se creó para estar separada. Me decía, mientras de la estatuilla salía un haz de luz, tan intenso que me tuve que cubrir los ojos para no cegarme. La estatuilla había desaparecido, y la dama inclinándose hacia mí, me dijo:
_ No nos pertenece. Y se marchó. Lo único que recuerdo de ella, era el tatuaje de un unicornio sobre su espalda.¿Os preguntaréis? ¿ Que pasó con la estatuilla y la misteriosa dama del unicornio? Bueno, eso... es otra historia.
